La primavera es un momento muy especial, sobre todo, a la hora de poder lucir nuestras plantas, ya que la mayor parte de las especies salen de su estado de latencia y logran su mayor grado de esplendor, mostrando toda su belleza. Pero, no por ello lo debemos dejar a la suerte, ya que debemos tener en cuenta ciertos cuidados, como son el riego, los abonos, el trasplante o las plagas. La razón: poder evitar daños mayores, a causa de sorpresas desagradables.
-La fase de adaptación: en un primer momento, las plantas que se han pasado el invierno en casa, deben salir al exterior, eso sí, durante un período de tiempo corto -como mucho, durante dos horas-. Eso sí, es muy importante poder protegerlas del aire, la lluvia y el sol. Con el paso de los días, se van a aumentar las horas.
- Riego, de manera paulatina. El agua les puede afectar, sobre todo, de manera negativa, cuando hay bajas temperaturas. Lo ideal es dejar que el sustrato se llegue a secar, antes de volver a realizar el riego.
-Ten mucho cuidado con las plagas. Debemos vigilar, muy de cerca y con bastante frecuencia, las yemas, los nuevos brotes y los capullos de nuestras plantas. Dependiendo del tamaño de la infección, vamos a poder solucionarla con un poco de algodón empapado en alcohol, quitar los parásitos con la ayuda de una pinza o emplear un plaguicida, que sea específico para la plaga que nos está dejando sin dormir.
Foto: fuente
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